Me ahogo
- Nelly Fortet
- 20 jul 2018
- 7 Min. de lectura
Pensé mucho cómo ponerle a este post, porque, al final, no les estoy informando de mucho, sino que solo estoy dejando un registro aquí. ¿Cómo resumir eso en un título?
Tengo la aterradora certeza de que me encuentro viviendo el peor mes de mi vida. Han coincidido una serie de terribles eventos durante lo que va de julio que hoy culminaron en lo peor que he vivido en estos 26 años de existencia. No tiene solución que les cuente, no lo hago para que me tengan pena, pero esto es lo que hago: cuento cosas. Escribir es la única forma que conozco para liberar todo lo que pasa por mi cabeza, tenga o no a alguien leyendo al otro lado y, bueno, si escribí varios libros sin saber si algún día serían leídos no tiene sentido que no haga eso a modo de catarsis.
Hasta el 4 de julio tenía la confianza casi ciega de que este mes sería maravilloso, ¿por qué? Dos motivos: el primero, quedé finalista en un concurso de libros auspiciado por Sweek y Caligrama (sello de autopublicación de Random House). Supuestamente entre mil libros participando Cimi (La dama gris I) quedó entre los 10 finalistas. Entre estos habían 4 premios, uno de los libros sería publicado y los otros eran cursos en Cursiva. Obviamente, no gané. No publicaré mis libros en papel. Esto es lo más cerca que he estado de hacerlo y dolió volver a fallar. Puede no sonar importante, pero después de 8 años intentando ser publicada haber estado tan cerca y no lograrlo, dolió.
Otra fecha importante del mes era el 11 de julio, día en el que se entregarían los resultados de la postulación de Becas Chile. No sé si lo dije, pero me encontraba postulando para ir a cursar un master a Australia. Está de más que lo diga, sin embargo, el porcentaje de gente que ganaba era muy bajo y, yo, otra vez tenía una fe casi absoluta (al final si no tengo la fe de que lo lograré, ¿para qué intentarlo?). El día anterior debía ocurrir la extracción de las 3 muelas del juicio que me salieron. ¿Qué ocurrió? Que los resultados estuvieron antes y dos horas antes de la extracción busqué mi nombre en la lista y no estaba. Ese era mi plan para los próximos dos años, era el único que tenía y mi sueño (uno de ellos). La extracción de las muelas del juicio se la hicieron a un zombie y, aun así, fue traumático. En medio producto del dolor y la pena casi me pongo a llorar, tuve que controlarme lo mejor que pude. De ahí siguieron unos 4 días en que comía papilla y dolía, pero no tanto como creí que lo haría. Me sacaron los puntos el martes 17 de julio, pensé que me diría que todo estaba muy bien (según yo mejoré bien y rápido), pero me dijo que tenía que hacerme una limpieza metiendo una jeringa en un agujero y tirar un chorro a presión (bastante doloroso). Hasta la fecha de hoy ni siquiera lo he intentado.
Ahora llegamos a la guinda de la torta. Sin embargo, me gustaría contarles que una amiga ayer en la noche me invitó a un Stand Up Comedy, no quería ir porque era lejos y me daba flojera, pero lo hice. Fue una decisión muy inteligente porque lo pasé bien y, creí, que todo saldría mejor. Que las cosas no estaban tan mal como yo creía. Hoy en la mañana tenía que acompañar a mi mamá al psicólogo porque está con depresión. Estábamos en el paradero de la micro a dos cuadras de mi casa (el que siempre uso) a las 9:07 am. Entonces, un auto frena frente a nosotras y dos tipos (jóvenes) se bajan de él. El que conducía tenía una pistola y fue directo a mi mamá (cuyo primer instinto fue salir corriendo), le puso la pistola en el pecho y le quitó el celular. El otro se bajó y me quitó la cartera con todas mis cosas. Ambos se dieron a la fuga con un vecino en auto siguiéndolos. Ahí llegó el caos, mi mamá estaba en shock en un punto entre desmayarse y gritar histérica, tenía que intentar calmarla mientras pensaba qué hacer. Sabía que debía bloquear mis tarjetas para que no las usaran y mi carnet, luego, tenía que hacer lo mismo con nuestros celulares. Logramos llegar a la casa y me puse con eso, unas vecinas fueron a ayudarnos y llamamos a carabineros. Hicimos todo el proceso.
Nos llamaron por teléfono a eso de las 12:30 diciendo que habían encontrado a los tipos. Lo hicieron. De hecho, los conocían porque no éramos las primeras a las que asaltaban de esa forma. Eran unos cabros chicos de 15 y 19 años que se llevaron nuestros celulares al persa Franklin y los cambiaron por zapatillas nuevas. Dos iPhone, uno 6S y el otro 8 Plus y ellos cambiaron dos pares de zapatillas que probablemente fueran piratas. Nos dieron, a mi mamá y a mí, el peor día de nuestras vidas por unas zapatillas nuevas.
Sí, estamos bien físicamente y nos encontramos agradecidas por eso. En serio. Cuando vi la pistola en el pecho de mi mamá casi muero, cuando la vi que se caía al piso y no reaccionaba pensé que estaba muerta, que tuvo un infarto o algo así, pero estamos vivas. Ni siquiera quiero hablar del pánico que me da volver a tomar una micro en el paradero, el cual es la única opción para mí y todas las personas que viven en mi villa.
No obstante, no puedo evitar la rabia que me da el hecho de que las otras cosas las tiraran por la ventana del auto y que quizá quién las encontrara poco importándole lo que pasó. Era la cartera y billetera nuevas que me compré con mi sueldo. Un libro. El 80% de mi maquillaje (poco más de 30 mil pesos). Una botella con agua. Documentos personales como carnet, bip y tarjetas random que tenía en la billetera. Los dos tickets de las entradas a conciertos a las que fui el año pasado (Ed Sheeran y U2). Las llaves de mi hermano y las mías. No puedo evitar que me rabia porque eran objetos que no podían vender y ahora quizá quién los tiene por ahí. No sé si es porque soy mujer, pero una lleva toda su vida, sus objetos indispensables para el día a día en la cartera y ahora me encuentro buscándolos hasta que recuerdo que me los robaron. Ni hablar del celular. Sí, muy millenial y materialista, todo lo que quieran, pero es como una extremidad más. Era mi conexión con el mundo, con mis amigas, con las redes que manejo de la página en la que escribo. Gran parte de mi vida se hacía a través de ese aparato que me compré con esfuerzo de mis padres y mío, porque sí, era caro, pero nos costó y en un esfuerzo en conjunto lo pagamos y unos idiotas llegan, me lo roban y se compran zapatillas.
Ya no lloro tanto, a veces me baja un fuerte tirón y me lanzó de nuevo a llorar, pero no tanto como al comienzo. Anoche llegué en un Uber a mi casa y hablando con el chofer me dijo que quizá todo lo malo (la beca) pasó por algún motivo. Quise creer que tenía razón. Una parte de mí quiere hacerlo, pero no entiendo el jodido motivo detrás de esto. Además, justo hablamos de que Chile es peligroso y dije algo como "en este país a todo el mundo le han robado al menos una vez" y pensé que a mí solo me habían abierto la mochila y quitado un mp3. Ahora la vida me dio un golpe para sentirme más parte de ese Chile que describí, parece. Es la primera vez que me pasa. Es la primera vez que me quitan mi celular. Y no puedo evitar volver a cada paso que debí dar diferente para evitar todo lo que sucedió, o en parte. Ni hablar de lo mucho que he pensado en esos dos tipos, he fantaseado con distintas formas en que morían o yo los mataba, macabro o no, no me importa.
Veo difícil que alguien llegue a esta parte de la historia. Sin embargo, si lo hicieron, gracias. Esta compañía virtual, este apoyo a distancia, me ha sostenido durante toda mi vida como algo cercano a ser escritora. Ustedes me dan esa felicidad de que, quizá, hago algo bien. O de que tengo algún talento.
Me estoy ahogando y no sé cómo salir. No sé hacia dónde nadar o de qué sujetarme, porque todos los aspectos de mi vida se están desmoronando (personal, profesional, de escritora). Prácticamente, toda mi familia está con algún problema, así que el ambiente en mi casa es lúgubre. Mi papá está estresado con el trabajo, llega todos los días y sigue en eso. Trabaja los fin de semana, se acuesta tarde y no duerme nada. Mi hermano con malas notas en la universidad y que tenga que sostenernos a mi mamá y a mí tampoco se me hace justo. Yo he tenido que sostener a mi mamá y sus depresiones y eso pasa la cuenta. Creo que tengo depresión desde los 13 años de la época en que me hicieron bullying y desde entonces jamás mejoré, solo tuve momentos buenos, pero volvía a la pena constante.
No les pido nada, ni siquiera que lean porque esto es para mí. Porque tengo la estúpida esperanza de un día leerlo y decir "bueno, fue terrible, pero ahora estoy bien. Estoy tan agradecida por todo, que ni siquiera pienso en ese mes".
De todos modos, si leyeron, si me dejaron un mensaje de apoyo o si solo mandaron sus buenos deseos; gracias. Gracias por estar ahí, por existir en la distancia y por siquiera preocuparse de lo que le pase a una mujer que ni siquiera conocen en persona.
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