
Nelly Fortet
¿Quién soy?
Nací en Chile en el año 1992. Vivo en Santiago, y es donde he vivido toda mi vida. Actualmente me encuentro cursando quinto año de Geología en la Universidad de Chile (sí, soy una hija de Bello).
Vivo con mis padres y mi hermano pequeño (que hace unos meses mide más que yo D:).
Entré al confuso y mágico mundo de las letras a la edad de 13 años, cuando un profesor (de Lenguaje) me llevaba continuamente libros de su biblioteca para que yo leyera. Así fue como llegué a los grandes clásicos: Hamlet, Cumbres Borrascosas, La Divina Comedia, El Quijote de la Mancha entre muchos otros.
Por pura casualidad llegué a una página de libros juveniles románticos, y comencé a leer, y seguí leyendo, y seguí. Fue todo un descubrimiento, ya que mientras los otros libros, a pesar de lo mucho que los amo y sigo leyendo, me cansaban (en el sentido más físico de la palabra).
Quiero aclarar que eso no significa que los clásicos sean fomes, para nada. Pero los libros juveniles son cortos, rápidos, interesantes, divertidos y no me cansaba leerlos, podía leer hasta en el camino del colegio a la casa (que por lo general hacía en un estado de letargo).
Así comencé a leer, y seguí leyendo, y seguí. Desde Crepúsculo, Cazadores de Sombras, Los Juegos del Hambre, El Corredor del Laberinto, Divergente, Delirium, entre otros. Sin embargo continuamente me encontraba diciendo: "¿¡Por qué hace eso!?", "Yo no iría allá", "Yo no diría eso". Supongo que todos hemos pasado por ese momento en que el o la protagonista nos saca de nuestras casillas. Por lo que decidí empezar mi propia historia (mis inscursiones en la escritura habían sido en su mayoría pensamientos, poemas o cuentos cortos, nunca nada tan elaborado como una novela), por el simple placer de que los personajes hicieran lo que yo quisiera (en ese momento creí que sería un Dios para ellos).
Debí haber escrito unos diez comienzos diferentes. Sabía lo que quería, una chica normal que fuera escogida para "algo" en algún mundo mágico, que un guapo desconocido fuera a buscarla, un espejo y montón de magia. Si me preguntan ahora creo que era un cliché, pero por algo se parte.
Un año en el colegio, tomé Cosmovisión Andina (era un colegio laico, por lo que no se nos obligaba a participar de Religión y este era la alternativa). Aprendí sobre las culturas indígenas, los mayas, algunas leyendas, llegué a los arquetipos mayas y me encantó. De ahí decidí usar los arquetipos para mi novela, donde cada uno correspondiera a una persona con poderes especiales.
De esa forma es como nació Los Guerreros Solares, mi primera saga (lo digo con la más pura ilusión de que no sea la última) que comienza con Ix, el Mago.